Cinco pa los treinta

C on cinco pa los treinta me dispongo a planear que quiero. Claro, se que uno pone y Dios dispone, así que empiezo a poner.
Si termino de chaman, muy probablemente reciba el cuarto decenio enfundada en bata blanca, si lo monetario sale, haciendo alguna especialidad en hierbajos o hechicerías. Amar más completa la vocación, abrasarla con más ahínco y llenar lo que me falta pa decirme a mi misma doctora frente al espejo y sentir que merezco el mote.
Darle a los Real y a los Rangel, a esas mis tribus de salvajes, aunque sea un poco de lo mucho que me han dado, cuidarlos en sus múltiples achaques del cuerpo y puñetas mentales a las que mis cabrones son tan propensos.
Me dispongo a conocer la patria, un viaje por verano, y de preferencia pa cualquiera de los otros dos Méxicos.
Una cueva propia, repleta de libros y con alarma prehispánica (un chihuahua o dos), donde llegar a descansar el día. Pegada al mar de mi Baja, en algún cerro, desde donde pueda ver el Pacifico. Pa despertar las mañanas con un café y el aroma de sal. Y de vez en cuando sentirme mas completa, sabiendo que mis amores están dormidos bajo el mismo techo, y que cuando se levanten me harán unos ricos huevos rancheros de desayuno (si, esa es pedrada pa ti madre). Que tengan donde venir a pasar sus fines los que de pata de perro quieran.
Caminatas a mi antojo sin preocuparme por el bautismo de sudor de mi desierto, al cual visitare cuando la nostalgia me embargue. Visitas a amigos de los dos lados de la border. Mucho trabajo, mucha experiencia refrescante ya sea con los pies en movimiento o frente a alguna mente que me permita maravillarme, y crecer, mucho crecer, que buena falta me hace.